Sus shows se definen por lo que no tienen. No hay bailarines ni coreografías. No hay pantallas gigantes ni fuegos artificiales. Tampoco demasiadas luces de colores. Ni poca ropa ni obsesión por la imagen ni cuerpos esqueléticos. Hay, simplemente, música: un piano, una orquesta, un micrófono y ella. Su voz, al natural, de estilo retro, y las letras, suyas.
Adele, nombre artístico de Adele Laurie Blue Adkins, joven británica que además de convertirse en una de las cantantes que más ha vendido en la última década ha redefinido sola lo que una celebridad necesita para ser tal.
Esta chica de 22 años, autora de los discos 19 (2008) y 21 (2011), desafía con voz, estilo y look, lo que la industria de la música califica como exitoso en la era en la que para vender los cantantes de esta generación pasan meses probándose frente a jurados de televisión que buscan audiencias que crezcan a la misma velocidad que sus cuentas de banco.
El nombre Adele comenzó a sonar fuerte desde que la entonces estudiante de arte colgó unos videos en YouTube y una discográfica independiente le propuso comenzar a grabar. Pero hasta la entrega de los Brits Awards la autora del tema Rolling in the Deep no llegó al Olimpo. Tras un exitoso primer álbum, el desafío era salir a escena luego de la presentación de la sensación caribeña Rihanna, con fuegos artificiales y todo. Adele hizo lo que sabe: se paró junto al piano y le puso voz a una balada sobre lo que significa que alguien te rompa el corazón: su especialidad. La sala se sumergió en el más absoluto silencio durante los siguientes cinco minutos. Nacía una estrella. Hoy todos hablan de ella. De su filosofía, de su talento, de su normalidad.
Y tan bien le está yendo con ese estilo de vida que hasta ha logrado destronar a Madonna, la reina del pop, como la única artista femenina en permanecer once semanas consecutivas en el número uno del chart británico con 21. Aunque el tema, claro, no es que esta chica haya logrado superar a aquélla, sino que lo hizo con tan poco. Parecería que Adele llegó donde está sin haberlo siquiera intentado.
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